18 septiembre 2006

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Casi nada lo del ojo...
… Lo llevaba en la mano. La verdad es que dan ganas de no salir a la calle, o, mejor, de no asomarse a ese ventanal colectivo que es la televisión. Estos días en Francia, los invasores de los suburbios parisinos celebran a su modo las fallas con el mobiliario urbano y los locales de negocio de aquellos que, infelices, pretenden realizar actividades económicas legales en el “imperio de los barbudos”.Si usted, querido lector, no tiene barba de chivo, ni se llama Rachid, no se le ocurra darse una vuelta al atardecer parisino, al albur del color rosáceo de las llamas. Lo más probable es que le “flambeen” un poco, para vindicar que en las “cités” de los inmigrantes hay mucho paro y desigualdad social. Menos mal que los artistas de la cremación sí pueden convocarse a sus aquelarres ígneos a través de mensajes de telefonía móvil, o con el ágil recurso de la “blogosfera”. Vándalos tal vez, pero al menos, pueden comunicarse por Internet…Yo también quiero ser pobre de Internet, con teléfono móvil y un primer ministro que me diga que me va a hacer funcionario sin oposiciones, o que va a destinar a mi integración social 300 millones de euros cada vez que me dé por rociar de gasolina a un bombero al que pretendo arrojar una cerilla encendida. Eso es percibir las necesidades sociales, mon petit Nicolás: la pasión de los “beurres” se hace fuego en las calles, y los franceses “de abordo” a suplicar perdón con su dinero por delante… que con dinerete también se compra el rescate del secuestro nacional.Lo dicho. No era nada lo del ojo... lo llevaba en la mano.

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