25 marzo 2008

De las crisis.

Si leemos un periódico cualquiera, podemos avizorar una crisis económica hasta metiéndonos en las páginas de deportes. Sin embargo, fuera de lo estrictamente económico, pocos se preguntan por la crisis moral que aqueja a Occidente.
En efecto, lo que separan las disciplinas científicas, podemos reunirlo aquí. Hay crisis económicas periódicas, pero también las políticas, sociales, y sobre todo morales. En definitiva, una serie de crisis existenciales del mundo contemporáneo. Resulta llamativo que los más avisados economistas se refieran a la caída inmobiliaria de 2008 como crisis de solvencia y no de liquidez. La falta de solvencia financiera, en realidad puede obedecer en gran parte a la falta de confianza, y esta falta de confianza se debe a la sobra de desvergüenza [*] social.
Cómo pedir ética cuando ser un delincuente o un amoral resulta francamente rentable. Cómo pedir mesura en los sueldos (lo hace la patronal y les sirve de corifeo el señor Solbes Mira, ministro de Economía) cuando el ex presidente González es recadero del hombre más rico del mundo, Carlos Slim. Cómo clamar por la familia cuando su concepto de desvaloriza por la vía de hacer del matrimonio un contrato menos exigible que el de una compañía telefónica, o la propia hipoteca que nos casa con un banco a pura fuerza.
Todos estos presupuestos críticos se ocultan al ciudadano medio a base de hacerle vivir para sus problemas, como esclavo del banco y alumno de la televisión. ¿Se acuerdan ustedes de los nombres de los últimos tres Premios Nobel de Física? Seguramente es más fácil conocer las tres últimas novias del último idiota por el que un equipo de fútbol pagó una fortuna que ni usted, lector, ni yo, veremos jamás.
Marx habló de la Religión como opio del pueblo. Más bien la Religión puede y debe ser el elemento moralizante contra la desmoralización general, pero en lugar de medicina, buena o mala, se nos da la idiotización social encapsulada en la "tele".
Nota final para avisados: De una crisis febril se sale con un potente febrífugo y con antibióticos, no con un narcótico.
[*] Las llamadas sociedades de "rating" dieron, durante los últimos años, carta blanca a fondos financieros de gran riesgo como si fueran tremendamente solventes. Todos se fiaron de la impostura y al final ha llegado el clamor de que muchos títulos derivados de hipotecas sólo valían lo que el papel en que se inscribían.

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