Problema de dificultades.
Ha vuelto a hablar el nuevo oráculo de Delfos bajo encarnadura humana. José Blanco, alias "Pepiño", secretario de Organización del Partido Socialista Obrero Español, inefable, explica a los españoles la situación económica. ¡No, no hay crisis, ténganse los Stiglitz, descansen los Gary Becker!
No puede ser crisis económica por más que se empecinen los parados, los transportistas, los agricultores, pescadores, ganaderos: los agoreros, en una palabra.
La interpretación macroeconómica hispana dada por Pepiño es clara, es un "problema de dificultades". Genial expresión comprehensiva de los vaivenes económicos. Huelga decir que si Pepiño hubiese hablado antes sobrarían las cifras del paro en aumento, el crecimiento económico esmirriado en inversa medida a la inflación, movida a golpe de petróleo encarecido, como los camiones de la huelga.
"Problema de dificultades"; magna expresión como aquella genialidad del "perdonen las disculpas", "cierta incertidumbre" o "tortilla de huevos". Sí, porque si la cuestión económica fuera un "problema de facilidades" ya estaría resuelto, y todos viviríamos como jubilados jubilosos de Suiza. Lo malo es si se agravan el problema y sus dificultades, que van juntos, como mamá gallina y sus pollitos. A lo peor el petróleo sube hasta los 170 o hasta los 200 dólares y pasamos a tener un "problema de dificultades en complicación permanente, unido a exacerbación de la coyuntura desfavorable, en un marco de inestabilidad manifiesta".
Perdonen las diculpas.
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